miércoles, 21 de octubre de 2009

Notas en mi cuaderno de administración. Sentimientos de los primeros días de setiembre… y otros más.

Me metí en un mundo donde los hombres creen tomar el papel de Dios. Me encontré sentada en ese mundo hoy. Donde llamar bestia a los demás era la especialidad. Y un “a mi me da la gana” es la ley. Que absurdo.


Tengo graves problemas cuando se trata de esperar y tomar un micro. Hay veces en las que pueden pasar diez minutos, veo los carros pasar y sigo esperando uno porque simplemente hay mucho sol. Tal vez porque no me da la gana de subir o me quedo sumergida en mis pensamientos. Y otras veces porque pienso que tengo derecho a llegar tarde alguna vez.


Estoy confundida y creo que otra vez me quedé varada en medio de la nada. El otro día de regreso casa cruce el parque como de costumbre y vi en medio del pasto y entre mis zapatos una de esas flores amarillas que crecen por ahí, solitarias. La relacioné con lo que sentía y como me sentía. Otra vez nace la ilusión, sola, con miedo. Sonreí. Tres días después, de regreso a casa por otro camino, vi en la berma lateral muchas de esas flores amarillas. Había un montón esparcidas por todo alrededor. Y pensé: así de rápido me ilusiono pero así de rápido desaparece, porque al fin y al cabo esas flores son hierba mala y se arrancan fácilmente. Solo duran un par de días. Son pasajeras.


La mirada cayó en el piso y vio los mocasines. Le recordaron a los que ella usaba en el colegio. Eran súper cómodos. Le recordó a su papá. Le recordó a la moneda. Fue un detalle, un detalle en medio del caos. :)


Vienen y van, un concepto que se aplica a todo.


La veo a ella con la mirada perdida. Con los ojos grandes pero perdidos. Tiene miedo en su interior, pero con los brazos cruzados pretende mostrar seguridad. Sin embargo, no sabe que yo ya la descubrí.


Día de verano y ella sigue con una bufanda en el cuello. El viento la despeina. El cerquillo, el boleto del micro y la bufanda apuntan a una misma dirección. Ella lo disfruta. Le presta atención. En primer plano, un balde de agua fría, un chico con mangas cortas y los recuerdos están más frescos que nunca. El ambiente la sofoca, la abraza. En segundo lugar, los olores están presentes. Olor a baño de club, olor a desinfectante, mezclado con olor a menú, específicamente apanado con papas fritas. De pronto, una nube que corre rápido como su mente, le quita las ganas de meterse al mar. Todo se mezcla nuevamente, verano en la ciudad, verano en el norte, verano en el sur. Solo hay algo que esta claro: verano. El colorido, la música, el pabellón vacio, no hay duda de que es verano. Sin embargo, hay algo que no concuerda, ella sigue con la bufanda en el cuello.


En medio de una conversación, en un salón totalmente iluminado, alguien se disculpa y dice: “Me llaman de Italia. ¿Y como esta Milán? ” De pronto la perspectiva cambió totalmente.


Pingüinos y duendes.


Su universo seguía siendo el mismo…


El encuentro fue totalmente inesperado. Me puse muy nerviosa y solo fue un beso, como nunca antes sucedía. Solo sentí olor a cigarro, felizmente. Me quedé desconcertada, mis pasos cambiaron, se volvieron lentos e inseguros. Me quedé con mil palabras en la boca y sin encontrar la manera de pronunciar alguna. Llegué al semáforo pensando: ¿Qué acaba de pasar?


Puedo quedarme sentada con la mirada perdida. Perdida en las imágenes que tengo en mi mente. Solo es necesario música de fondo que haga que todo fluya y sea posible. Recuerdos, futuro, no hay presente y todo es posible. Me quedo mirando el celular que a veces decido apartar y apagar, porque me hipnotiza, me tienta. Quiero vivir encerrada en los pensamientos que nacen a cada segundo. Prefiero eso a la realidad.

2 comentarios:

michael dijo...

wuuuuuuuuu, o como sea que se dice.

Fallingslowly dijo...

me encantaron todos.
especialmente el de la bufanda en el cuello.....