jueves, 6 de octubre de 2011

Pony de papel mache.

Derrotada al piso.
Sin fuerza en las piernas,
Para sostener esas palabras.
Limpiarse las manos,
No es mi culpa,
No te he hecho nada.
Yo quiero embarrarme las manos,
Para liberar la energía,
Mis sentimientos,
La poca fuerza que tengo,
Hacer contacto con lo material,
Con lo orgánico.
Llorar no sirve de nada,
Transmitir duele más,
Te hace sentir.
Lo otro solo motiva,
Me motivo.
Y a ti,
Cero,
Nada.
Tus palabras.
Poeta el que lee.
Artista el que se embarrara
Yo solo soy yo.
Quien tiene más agallas.

sábado, 27 de agosto de 2011

Con los ojos cerrados

Hay un sol radiante afuera y no es verano. No lo es porque no está presente esa hermosa lluvia amarilla que lo cubre todo. Quisiera casarme en verano, en un campo lleno de eso arboles, donde la lluvia amarilla hiciera su magia y bañara a todos los invitados, los hiciera volar. Desperté y había un sol radiante. Soné contigo y escribí con los ojos cerrados. El sol radiante estaba en mi cabeza junto con el recuerdo de esa lluvia amarilla y nuestras manos. La flor en el zapato, los ojos cerrados, tú y yo.

A 27 horas de Lima

Empecé el camino y me atreví a manchar el papel con el recorrido. A 27 horas de Lima, no se encontraban las respuestas, estaban escondidas en ellas mismas. A 27 horas de Lima, pero solo 4 horas de verdad, cuando está a punto de amanecer y el cielo va cambiando, el paisaje ya no es el mismo, se revela poco a poco, y se vuelve verdad, una realidad de la cual no puedes escapar. Como cuando tienes los ojos cerrados, en ese momento es cuando puedes descubrir lo que sientes. Como cuando estas a punto de dormir. A 27 horas de Lima pensé que te iba a encontrar, pero fueron a muchas menos. Fueron segundos en los cuales imagine lo que deseaba. 27 horas es más que un día entero. 27 horas son 3 más de lo normal, pero las necesarias para saber la verdad de un abrazo, la verdad de 2 manos, la verdad de atreverse a pronunciar unas palabras, y tener el coraje de leerlas. A 27 horas de Lima pensé que encontraría mi futuro, pero eran 27 horas las necesarias para intentar olvidar. A 27 horas de Lima nos encontraríamos los dos en silencio, con los ojos cerrados, sin poder descubrirnos más. Con todos los relatos contados, las caminatas recorridas, las risas compartidas, los silencios incómodos sobrellevados, los mismos pensamientos ocultos, los arrepentimientos disimulados, los celos disfrazados en sonrisas. A 27 horas de Lima no encontraría el paraíso, pero si tu sinceridad. A 27 horas de Lima queda mi próximo destino. No necesito 27 horas de distancia, sino tan solo cerrar mis ojos para encontrar.

jueves, 14 de julio de 2011

La vi al pasar el otro día...

Mariposa blanca sobre flor amarilla.
Chica sobre sofá café.
Medias blancas sobre cojín naranja.
Las piernas estiradas, el jean desteñido.
Conversación de 20 minutos.
Reloj en la muñeca izquierda una vez más.
Mente en el papel.
Crecí 2 años en 20 segundos.
Me atreví a hablar.
Piernas entrelazadas.
El otro.
Composición en la noche.
Mariposa blanca sobre hoja verde.

domingo, 12 de junio de 2011

Domingo

No entiendo las cosas como pasan. Uno trata de hacerse un espacio dentro de esa multitud, una multitud que le es indiferente, esa multitud que no la veía, que solo estaba metida en sus problemas y no compartía la poca felicidad que a veces tenían. ¿Ahora la llaman? No, gracias, dijo ella. Prefiero mantenerme en el anonimato, construyendo personajes como en toda una vida, tal vez seré más dinámica, tal vez me sirva en el futuro. Hoy me quedare sola, en este mundo que no quiero entender, en este mundo en el que ahora juego con tus reglas absurdas, por eso no te quiero hablar. Me hiciste absurda y engreída como tú. Solo escucho tus palabras, que rebotan entre las cuatro paredes de mi cuarto, que a veces se enredan entre los cartones que solo fueron ideas y hoy se convierten en polvo con el paso del tiempo. No hagas nada que hiera a los demás. Pero hoy, yo juego con tus reglas.

Una noche más

Hoy es una noche más, hoy se cumple otra semana igual. Una en que la conversación desaparece y el silencio se hace ensordecedor. Hoy es otra noche más en la que no podré dormir y no hago más que pensar en lo que no hablamos, en lo que no digo, en lo que me muero por decir. Esta noche, otra vez, el televisor se vuelve mi mejor amigo o en el enemigo en el cual se convirtió desde que lo invite a pasar las noches conmigo, con él no puedo pensar, no me deja ser quien realmente soy. Hoy es una noche en la que solo quería llegar tarde y exhausta para poder olvidar, para no sentir, para solo despertar mañana con algún bonito recuerdo, con algún sueno mágico. Es una noche pero que parece ser una de esas tardes en donde solo camino, moviendo los brazos rápidamente y murmurando algo que ni yo puedo descifrar. Una tarde como las de ahora, en las que el frio se vuelve un cómplice, porque excusa mi extraño comportamiento, porque no tiemblo por él, sino por ti. Ya lo debes saber. Me muevo para calmarme. Me siento como una de esas sonrisas de cortesía. Una que está pero no disimula. Es una noche igual a la de hace tres meses, todas las noches son iguales, monótonas, solitarias, sin poemas, ni palabras. Me voy para no dormir.

domingo, 10 de abril de 2011

Así se siente.

Que no quiere ver a nadie. Emocionada, a veces, como hoy. Perdida. Que hizo mal. Que no hace bien. Que mañana es un nuevo día y vendrán nuevas ganas. Con miedo, pero cada vez menos. Que no pertenece. Que aparenta, pero no es. El vacío después. Que no habla para soportar. Que deja pasar. Que quiere olvidar. Que olvida. Que quiere recuperar. Desaparecer un tiempo y volver grande. Que no entiende y no sabe si quiere entender. Con ganas que el tiempo pase volando. Que las noches no son amigas. Que te perdió y que los sueños se fueron con él. Con esperanza de que regresará. Que será grande un día, pero hoy quiere escapar. Empezar de nuevo. Escapar, ser estatua, jugar a los encantados, sacarte una sonrisa. Sin sentido. Romina. Contradictoria como dices tú.