domingo, 31 de enero de 2010

Quiero decir que te quiero

Anduvo descalza durante toda la tarde y gran parte de la noche. Sentía el frío refrescante del piso en la planta de los pies, lo más probable es que por ahí se hayan colado esos seres diminutos que se dedican a investigarlo todo. Estos individuos son tan pequeños que a simple vista nadie puede notar su presencia. Son veloces y cuando ubican a su presa, su estadía en ella no tiene un plazo definido. Generalmente, vienen de visita cada tres meses o más. Y cuando logran encontrar un refugio seguro de cualquier ataque, no se van de ahí hasta cumplir su objetivo. La persona invadida por ellos sufre de ansiedad, de nervios que recorren todo su cuerpo sin saber de donde provienen exactamente, porque andan por ahí dando vueltas como en un circuito sin fin alguno. No puede permanecer quieta, necesita estar en movimiento constante para no pensar y no dejar que los invasores conozcan sus más íntimos secretos. Porque una vez que ellos los sepan todos, la conducirán a que haga lo correcto para que el curso del universo pueda seguir como es debido. Otro síntoma es el silencio, que también viene de visita para presionar a los pensamientos y que se rindan con facilidad ante sus nuevos inquilinos. Las palabras se van de viaje y es difícil retener la concentración. El hambre también se vuelve extraño, se vuelve pequeño e indeciso. A veces se tiene la ilusión que después de dormir y al despertarse a la mañana siguiente estos seres se habrán ido. Pero sucede todo lo contrario, ellos invaden hasta el subconsciente y actúan en los sueños. Se apoderan de ellos, son sus nuevos dueños. Despiertas más rápido, más temprano. Tratas de no pensar pero siguen ahí. La única manera de ahuyentarlos es haciendo una fogata y ahogándote en canciones.

martes, 26 de enero de 2010

Camino

Existen momentos en los cuales sabes que vas a caminar. Lo sientes dentro de ti, son como impulsos que recorren todo tu cuerpo y se plantan en los pies. Y empiezas a andar observando todo a tu alrededor. Por momentos, esquivas el sol y durante otros disfrutas que el viento despeine tu cerquillo. Haces una parada, en una carretilla de helados, para comprar provisiones y refrescarte durante el camino. Sientes una sensación perfecta en tus labios, en tu boca y sabes que se trata del “sabor rojo”. Volteas la mirada y te preguntas ¿Quiénes somos? ¿Trabajadores de por vida?- te respondes. ¿Tú, a donde vas? Ves a lo lejos empleados de un supermercado y más adelante a los guardianes de algunos restaurantes. Luego te ves en el reflejo de una vitrina y piensas -por lo menos tú tienes a donde ir mañana- y al instante sales de ese pensamiento. Disfrutas el helado, sabes que tu boca esta cada vez más roja y una gota se desliza por tu brazo. Te limpias sin importar y disfrutas del camino. Disfrutas caminar por tu ciudad, aunque sabes que no es la más bonita del mundo pero sabes que es tuya y que perteneces a ella. Disfrutas sus sonidos, sus colores. Pasas por más vitrinas y te divisas una vez más en ellas, solo para ver como va ese cerquillo. Pasas delante de esos avisos publicitarios gigantes y los tocas. Sientes el metal y luego pasas por la esquina del eucalipto. Ves y sientes el crujido de sus hojas y esos copitos triangulares que regala a los que pasan por ahí. El piso esta repleto, pero no se ve sucio sino inevitable, te encanta. Pasas el palito de helado sobre la pared de ladrillos blancos y escuchas melodías y sientes el ritmo. No te ensucias las manos, pero más adelante, te das cuenta de que las paredes lisas son aburridas.

domingo, 24 de enero de 2010


Podría poner mi mano sobre un papel, dibujarla y dejar que el resto escriba sobre ella. Y hacer un ejercicio de segundo de media. De repente, así el panorama sería más claro.

Hecha a la medida, si al caminar anduviéramos con el mismo ritmo. Si nos atreviéramos a contar lo que sentimos o pensamos. Si bailáramos…

¿El camino de lo objetivo o el camino de lo subjetivo? Definitivamente el camino de lo emocional, de lo artístico, el que apela a los sentimientos, a las sensaciones. Una banda, una canción, un día de sol. Una banca en el parque, una llamada, una risa. Una palabra, una sonrisa.

Que singular esa vida, fumarse un cigarrillo y salir a pasear al perro (me conseguiré uno en algún momento). El eucalipto en la berma central, la esquina del quiosco y el recuerdo de cuando el amor era libre… Parece un día de fiesta. Otra vez insisto, parece que la navidad y las vacaciones se acercan. La casa está llena. Todos salen y se preparan para algo especial. Cortes de pelo, ternos, corbata. Los nietos juegan por ahí y llenan la casa con otro espíritu. Imposible concentrarme. Y yo metida en un libro sin poder despegarme.

Tomarnos de la mano es importante, sobre todo cuando hace frio. Es una conexión única.

Los sueños se complican cada día más. No duermo, ni descanso bien hace tres noches. Mayores miedos y molestias surgen en ellos… y las mariposas blancas me persiguen, son como pensamientos.

Había salido recién de la ducha y con la toalla en la cabeza procedió a lavarse los dientes. Llevando la mirada al espejo se percató de lo que había vivido. Conversación entre extraños, así se titulaba ese capitulo. Felizmente la luz del recinto era cálida, de otro modo las lágrimas se habrían apoderado de ella. Retornó en su mente a los diez minutos previos al baño. Se vio sentada frente a la pantalla y con la mente en blanco a punto de decir “Creo que me voy a bañar”. Necesitaba un respiro…

Quisiera tener una capa que me haga invisible. Salir de este lugar y escaparme, al igual que en mis sueños. No quiero que me encuentren. No quiero que me encuentres. No quiero verte tampoco. En los sueños siempre me haces llorar, en un ambiente cerrado se me hace difícil respirar. Me siento incómoda.

A veces cuando se levanta con los ojos hinchados, siente que ha llorado en sus sueños. Ya van varias veces.

Un beso para mi si es importante, dice muchas cosas. Transmite todo. Yo no creo que debas andar por la vida regalándoselos a cualquiera. ¿Cuál es el momento más feliz o esperado de tu semana? Yo no tengo. Es que no hay una rutina. Además, no podría garantizar que esos días siempre serían igual de geniales.

Se quedó quieta y dejó que la melodía se apodere de su cuerpo y de su mente. Estaba como en otro estado. Todo es neutral. Recuerda el sueño de la noche anterior donde no era de nadie… hubieron muchas pausas.

Siento que es una de esas tardes de colegio. Una tarde hace cuatro años. Era invierno y llegaba a casa como a las 5:30 pm después del futbol. El ambiente es parecido hoy, pero no solo eso, la sensación de rareza es la misma. Está nublado, gris y me quise desprender de las responsabilidades. Siento que falta algo y estoy nerviosa. El gigante rosado pisó el rompecabezas y las piezas están regadas por todo el lugar.

Hoy no me provoca tomarme un trago, ni comer un postre. No me provoca ni una galleta. No me provoca estar rodeada de gente, ni escuchar sus comentarios. Me bastaría con solo una persona. No necesito de grandes viajes para “vivir”. Me bastaría tener una mochila y una persona. No cualquiera. Sino una que pueda permanecer en silencio, una que esté dispuesta, que no viva cansada, que comparta algunas cosas conmigo (solo algunas). Me basta con la noche, la luna y las estrellas de vez en cuando. Escenario perfecto. Me bastaría si recibiera un abrazo, no se si uno tuyo exactamente, porque no me gustaría llorar mañana o cuando partas. Pero hay cosas que son inevitables. Como impedir que mas pecas decoren mi cara en verano. Como no cortarme el cerquillo cada mes. Como no ver que el pelo se me cae diariamente. Como no escuchar que ese señor que es mi papá se altere, grite y diga “no estoy gritando”. Como no escuchar a mi mamá decir NO. Como no ser tan valiente para agarrar la tijera y cortarme el pelo chiquito (más chiquito todavía). Como dejar de quererte porque para mí tienes una magia especial. Como no llorar por lo menos durante tres días al mes. Como no cambiar mi cara de poto cada ves que cruzo esa puerta. Como no verme al espejo cada vez que lloro. Como no sentirme sola de vez en cuando. ¿Cómo no?

lunes, 18 de enero de 2010

De regreso

Decidió tomar un descanso en el refugio de antaño. Procedió a acomodarse en un montón de hojas secas que le servían a modo de colchón. Quiso solo recostarse y estirar su pequeño cuerpo, sin embargo, un aroma frío de nostalgia entró por su rostro y la invadió hasta la punta de los pies. Decidió entonces taparse con más hojas y así evitar que se le escape ese sentimiento que buscaba desde hace mucho tiempo. Y así, en tan solo un instante, ya se encontraba en otro mundo, pero siempre atenta y pendiente del tic tac incesante de las manecillas del reloj. Trató de buscarte pero llegar hasta donde estás tarda mucho, el camino es largo y necesitaba, por lo tanto, más de esos 15 minutos que duró el hechizo. Hola- te hubiese dicho sonriendo, te he extrañado-. Pero estaba tan cansada que te habría invitado a recostarse a su costado y dicho -conversemos en los sueños-. Se quedo dormida y… me quede dormida. Ojalá los tres podamos encontrarnos pronto.