sábado, 29 de agosto de 2009

Diálogo

R: Tengo una bitácora, una vincha, un lapicero de tinta negra y un USB. ¿Cuánto me das por todo esto?

X: ¿Una bitácora, una vincha, un lapicero común y un USB? ¿De qué me sirve todo esto? Además todo está usado. La bitácora esta toda escrita, ni una hoja en blanco.

R: Estoy segura que te servirá. Son puros cuentos que escribí. Los puedes vender.

X: ¿Cuentos? ¿Qué clase de cuentos?

R: Son historias de mi vida…cosas que me pasaron cuando estaba viva.

X: No entiendo, y si esto te pertenece… ¿Por qué lo quieres vender?

R: Para olvidar…

X: ¿Pero una vincha? ¿Sabes cuánto cuesta una vincha?

R: Sí, un sol la más barata. Pero eso no es lo importante. No importa cuanto cueste una vincha común y corriente. Esta trae consigo una historia por detrás. Si leyeras los cuentos entenderías. Además no es cualquier vincha, es la vincha roja. Mi vincha roja.

X: Lo siento, pero sigo sin entender. Si deseas olvidar y deshacerte de todo esto. ¿Por qué lo quieres vender? ¿Más fácil no seria botarlo a la basura o simplemente quemarlo?

R: No, definitivamente no entiendes. Necesito sentir que todo lo que está escrito ahí valió la pena. Necesito saber que alguien se interesa de verdad y gracias a los errores que cometí ese alguien no los repetirá.

X: Bueno, el USB me puede servir. Pero solo tengo un sol. ¿Con eso basta?

R: No te preocupes. Más que suficiente, gracias.

viernes, 28 de agosto de 2009

Quiero que me leas un cuento. Léeme uno. Un cuento cualquiera. Invéntate uno si no sabes, pero cuéntame alguno.

domingo, 23 de agosto de 2009

Apareces

Apareces por sorpresa. Apareces y desapareces como te da la gana. Y quien habla sin sentido eres tú. Y quien no se da cuenta de lo que dice eres tú. No se como se define este sentimiento. ¿Por qué apareces? Si a lo lejos estás bien. Si a lo lejos te puedo extrañar. Cuando vienes de sorpresa me puedes caer mal. Porque todavía no estoy preparada a tus palabras sin sentido ni contexto en mi vida.

martes, 18 de agosto de 2009

Todo lo que dices no tiene sentido

¿No te has dado cuenta? Todo lo que dices no tiene sentido. Lo que pasa es que todavía no me acostumbro. La verdad es que nunca me acostumbré en ese entonces. Pero ahora quedan huellas del intento cercano. Ese es el problema, no me mal interpretes… Ahora hablemos de lo importante. ¡Escucha! Todavía no me acostumbro al horario que tengo, siento que desperdicio el tiempo de la tarde. Siento que tengo que dormir temprano sino, no podré levantarme en la mañana. Todavía no me acostumbro a tener responsabilidades de nuevo. Todavía no me acostumbro a llenar mi cabeza de arquitectura. Todavía no me acostumbro a observar preocupada el paisaje, por la ventana del bus. Eso me molesta un poco. Lo peor de todo es que todavía no me acostumbro a cortar mis sueños por las mañanas. Mejor dicho, no me acostumbro a tener sueños que no valen la pena contar. Lo bueno es que ya me acostumbre a los baños por las noches y a la luz amarilla y cálida de ese espacio. Ya me acostumbre a mi nuevo refugio. Pero todavía me falta adaptarme un poquito. ¿Ahora me entiendes? ¿O sigo hablando sin sentido?

jueves, 13 de agosto de 2009

Caminar

Solo quiero caminar por ahí. Por las calles de Miraflores y ver las casas, los parques, las tiendas. Ver a los turistas y a los personajes extraños e interesantes que albergan esas calles. Quiero descubrir lugares y probar cosas nuevas. Quiero relajarme y quiero caminar sin rumbo hoy. Pero no quiero hacerlo sola, ni ir sola. Quiero encontrarte en el camino y empalmar tu paso. No necesito conversar, solo sentir tus pasos y saber que estás a mi lado. No necesito que digas palabras, solo que me mires de vez en cuando y ver tus ojos. Descubrir en ellos la misma necesidad que yo. Solo quiero escapar. Necesito calma y refrescar mis pensamientos. No puedo estar encerrada en ellos, ni entre paredes.

martes, 11 de agosto de 2009

:)

Una canción navideña y todo es perfecto. La escena se armó como por arte de magia y sin pensarlo. La música empezó a sonar, era animada pero de otra época del año. Levanté la mirada y la ironía en los ojos de Adrian era evidente. Sonreí y con esfuerzo contuve la risa. Yo también notaba la música fuera de lugar, pero de pronto se tornó perfecta. Los cuatro estamos sentados alrededor de una gran mesa rectangular haciendo trabajos manuales. La gente que pasaba por ese cuarto habría pensado que hacíamos collares o pulseras. Para mí y en mi mente hacíamos galletas de navidad como una gran familia. Donde nosotros éramos los niños que se peleaban por los ingredientes, para obtener la mejor galleta decorada con esas bolas de colores que tenía colgadas en el cuello. Parecíamos niños en víspera de navidad, reunidos haciendo galletas para ofrecerle a la familia durante la cena de noche buena. Y de pronto con esa música, la imaginación empezó a despertar. Y sin pensarlo demasiado estábamos rodeados de chupetes azules, pero cuando estos están por desaparecer y la bola de caramelo se hace muy pequeña en proporción al palito que la sujeta. Además, esparcidos por ahí había palitos con chicles verdes masticados, sabor a manzana por supuesto. Había también esos palitos para tocar xilófono y no olvidar la tira de chicles redondos y de colores brillantes. Si supieran, en realidad nada de eso era verdad. Lo único que hacíamos era una maqueta para un concurso de arquitectura. Sin embargo, la música cambió todo el panorama para mí.

sábado, 8 de agosto de 2009

Hormigas

Algunas veces me gustaría ser una hormiga. Tan chiquita, tan insignificante. Ser una hormiga para que en los momentos precisos venga un gigante y sin mucho esfuerzo me aplaste, lentamente, con un solo dedo. En este momento me gustaría ser una y cuando no encuentro respuestas también. Pero en momentos más felices, me gustaría ser una de ellas porque me he dado cuenta que son muy amables. Trabajan en equipo, se preocupan por los demás y cuando se cruzan con otras se saludan con cariño, con una sonrisa en la cara. Todas, absolutamente todas se saludan. Algunos deberían aprender eso, un saludo no te hace menos, sino te abre puertas. Por eso digo que a veces quisiera pertenecer a ese mundo. Sin embargo, existen distintas clases de hormigas. Las salvajes y las domésticas. Las salvajes son más cariñosas, sinceras, dicen lo que sienten y te escuchan, realmente lo hacen. No solo se limitan a decir okay. Las domésticas en cambio, son hipócritas. Cuando te ven llegar se detienen, se ocultan porque tienen miedo, porque siempre tienen algo que esconder. No son honestas ni con ellas mismas. Por eso, aunque a veces desee ser una hormiga debo tener cuidado con lo que deseo. No me vaya a tocar ser una hormiga doméstica o pero aun toparme con una de ellas en el camino y que no me salude.