sábado, 24 de julio de 2010

Eran las 6 p.m.


Volvió y ella solo quería correr, escapar. El escenario estaba oscuro, esta vez la luna no iluminaba pero si las luces de los carros que estaban en fila esperando el pase. Tenía el mundo a un lado, un vacío al otro y entre ambos la oscuridad que confundía, que alejaba pero quería acercar acaparando todo a su paso. Aceleraba el paso cada vez que podía, el frío la adormecía, ya no podía sentir sus manos, si caía no podría resistir. No podía sentir su cuerpo por el viento helado, pero eso estaba bien pues así no pensaba en la avalancha que se aproximaba. Quería llegar a un lugar, no sabía exactamente a cual. Había miles de laberintos, de caminos confusos, pero sabía que debía seguir el de tierra con pequeñas piedras que sentía a través de sus botas. Sentía una fuerza que la guiaba hacia adelante, un magnetismo en el piso.
Llegó al estadio, a las graderías donde el agua casi lograba alcanzar sus pies, sentada entre conocidos, pero ella sabía bien que no lo eran. Se burlaban, hablaban a escondidas, no eran honestos.
Un espíritu le habló. Eras tú en otro cuerpo.
Un felino la tomó como un cachorro de su camada para protegerla.
Tomaron un paseo en globo aerostático.
Y bailó con ellos luego de la muerte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

los viajes en globo aerostático suelen ser reconfortantes, mas aun si te salvan de ellos, tu conocidos, que solo llegan a ser unos simples conocidos. Se como se siente.