miércoles, 11 de agosto de 2010

El pasadizo

Estaba al final del pasadizo largo y oscuro, ahí se encontraba. Alguien le dijo una vez: “está perfecto para cuando te pelees con él, vienes corriendo, cierras la puerta y te echas a llorar”. Pero nunca había tenido la oportunidad de hacer tal cosa, porque él no se encontraba en su vida todavía, y ahora que necesitaba de ese ambiente, ya no lo tenía. Pero pensándolo bien, ella no habría hecho algo así, todo lo contrario, andaría calmada, con normalidad y cerraría la puerta tan despacio que pocos se darían cuenta. Pondría seguro para no ser descubierta, cerraría la ventana y las persianas y en total oscuridad, se sumergiría en tal refugio. El que ya no queda al final de ese pasadizo largo y oscuro pero que es el lugar que más la conforta. Y es así como lo hace, calmada, sin despertar la menor sospecha. Y no para hasta repasar todos sus pensamientos, hasta agotar la última gota dentro de ella. Pero igual si hiciera bulla, nadie se daría cuenta. Normalmente sucede eso, nadie se da cuenta y nadie la escucha, ni muestran un poco de interés. Pero ella se lo buscó, siempre fue así. Ella no muestra interés, ellos no muestran interés. Si no hay pregunta, no hay respuesta y si la hay es muy vaga. Y no existen los planes tampoco, es olvidada. Ella mira más allá entonces, y se da cuenta de las cosas.

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