miércoles, 18 de agosto de 2010

Antes de dormir, otra vez.

Fue en el instante preciso en el que pestañó, al abrir los ojos la pantalla estaba de color blanco brillante, y se dio cuenta de todo. Fue en el momento en el que cayó al piso y no quería hablar con nadie más, ni de nadie más. Sólo de los dos, de ellos dos. No quiere preocupaciones sólo estar abrazada con él.

Estaba a punto de contarle todo, de revelarse por completo. Pero el sólo atinaba a reírse, no le dio pie de entrada para ello. En realidad nunca lo hace porque sus pensamientos andan en la luna, tal como él. Porque son dueños de otra ilusión.

De pronto ese boceto que pretendía ser un cuadro se volvió un garabato. Porque todo en su mente se vio llena de esas líneas sin sentido. Ahora es un lienzo confuso, casi negro. Porque cuando un proyecto es de a dos… es de a dos pues y punto.

Odio los dejavú y las noches de insomnio porque sólo hacen que vengan pensamientos malos, llenos de temores. Odio los momentos antes de dormir en ese entonces. Pero en otras ocasiones los amo porque es ahí y al despertarnos donde las palabras tienen mayor significado y verdad que durante el resto del día. Y puedo soñar despierta y continuar dormida. Pero cuando se aproxima un cambio, una nueva etapa, el sueño lo sabe, lo ve venir y se escapa. La expectativa se apodera de la mente y ya nada es verdadero.

No hay comentarios: