Pareciera como si cada uno caminara por su cuenta.
Impregnados solo de nuestro mundo interior y solo de nuestros problemas.
Si caminamos juntos, entonces hay que hacerlo de verdad y hay que compartir nuestras cargas.
Porque no somos dos desconocidos.
Sin embargo, una pared nos divide, nos aleja y nos vamos separando poco a poco.
Y nos convertimos en extraños.
Extraños que no tienen nada en común.
Y que si cruzan miradas de casualidad, ya nada importa.
Cuando caminamos juntos me siento mejor, completa y segura.
No quiero ser una extraña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario