jueves, 2 de julio de 2009

Pareciera como si cada uno caminara por su cuenta.


Impregnados solo de nuestro mundo interior y solo de nuestros problemas.


Si caminamos juntos, entonces hay que hacerlo de verdad y hay que compartir nuestras cargas.


Porque no somos dos desconocidos.


Sin embargo, una pared nos divide, nos aleja y nos vamos separando poco a poco.


Y nos convertimos en extraños.


Extraños que no tienen nada en común.


Y que si cruzan miradas de casualidad, ya nada importa.


Cuando caminamos juntos me siento mejor, completa y segura.


No quiero ser una extraña.

No hay comentarios: