sábado, 27 de agosto de 2011

A 27 horas de Lima

Empecé el camino y me atreví a manchar el papel con el recorrido. A 27 horas de Lima, no se encontraban las respuestas, estaban escondidas en ellas mismas. A 27 horas de Lima, pero solo 4 horas de verdad, cuando está a punto de amanecer y el cielo va cambiando, el paisaje ya no es el mismo, se revela poco a poco, y se vuelve verdad, una realidad de la cual no puedes escapar. Como cuando tienes los ojos cerrados, en ese momento es cuando puedes descubrir lo que sientes. Como cuando estas a punto de dormir. A 27 horas de Lima pensé que te iba a encontrar, pero fueron a muchas menos. Fueron segundos en los cuales imagine lo que deseaba. 27 horas es más que un día entero. 27 horas son 3 más de lo normal, pero las necesarias para saber la verdad de un abrazo, la verdad de 2 manos, la verdad de atreverse a pronunciar unas palabras, y tener el coraje de leerlas. A 27 horas de Lima pensé que encontraría mi futuro, pero eran 27 horas las necesarias para intentar olvidar. A 27 horas de Lima nos encontraríamos los dos en silencio, con los ojos cerrados, sin poder descubrirnos más. Con todos los relatos contados, las caminatas recorridas, las risas compartidas, los silencios incómodos sobrellevados, los mismos pensamientos ocultos, los arrepentimientos disimulados, los celos disfrazados en sonrisas. A 27 horas de Lima no encontraría el paraíso, pero si tu sinceridad. A 27 horas de Lima queda mi próximo destino. No necesito 27 horas de distancia, sino tan solo cerrar mis ojos para encontrar.

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