domingo, 6 de junio de 2010

Era...

Las manos frías y la nariz ni que decir, helada como el refugio de la noche. Húmeda y oscura como el café, como tu pelo negro, como tus ojos chocolate. Y había algo que brillaba detrás de esas sombras azules, detrás de ese maquillaje. No era la luna, era su ausencia y la libertad que eso implicaba. Jugar en las sombras, entre la música alta que camuflaba toda intención y producía libertad. Era la noche y su espíritu de nunca acabar, las horas prolongadas y el brillo de la juventud. Eran las luces de colores y el efecto que producían de dejar al descubierto solo una parte de ti. Era la lluvia que nos mojaba con caricias y nos hizo detener por segundos.

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