jueves, 11 de febrero de 2010

El viento corre fuerte esta noche. Recuerdo ese día cuando estábamos paradas frente a la puerta del hotel, en otras tierras, y el viento soplaba igual o casi más fuerte. Definitivamente más fuerte, parecía que un ventilador gigante estuviese puesto enfrente de nosotras o para hacerlo más interesante, mi memoria puede fallar pero creo que había un gigante soplándonos como si fuéramos dientes de león. Ahora el viento sopla parecido pero nunca igual. Porque las cosas no siempre son iguales. Esta vez el gigante se atreve un poquito más, traspasa mi piel y juega con mis pensamientos. Corren rápido como su aliento, pero a pesar de eso me libera de ellos, me refresca. Tal cual lo hace un vaso de chicha, que además me abriga y abraza en la oscuridad con el ligero dulce que destila.

Mi cabeza está cargada, la noche ligera y dispuesta a todo. Su espíritu me contagia, me calma.

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